La Filosofía

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jueves, 2 de abril de 2020

Vivir en red: ¿nodo o anudado?

Más que nunca los actualidad nos obliga a conectarnos, a estar online. El trabajo domiciliario con el que muchos soñaban empieza a estar lejos del ideal y va mostrando que el día a día nos va fagocitando y esas redes que nos unían y prometían organizarnos y facilitarnos el hacer, nos absorben y encadenan a horas y horas ( los mensajes de madrugada son la nueva tendencia) de conexión y respuesta inmediata.
Cómo estamos en casa debemos responder con urgencia cada mensaje en el formato, soporte o red por la llegan, y como parece que se demora muchas veces llega por varias plataformas a la vez, entonces uno no sabe si ya lo respondió, si es un déją vu o una conspiración o una falla en la matrix. El trabajo que ya de por sí nos isumia muchas horas personales fuera del horario establecido ahora lo ha robado todo, no hay intimidad, no hay recreo o descanso porque no hay límite, no hay afuera, todo es adentro mediato y urgente. Todo es para ayer, porque debemos parecer organizados y productivos y entonces, cómo todo eso parece poco, nos introducimos en una carrera loca por actualizarnos y aprender esas múltiples pantallas que nos exigen concentración y más horas en línea, que además nos piden sacrificar espacio de nuestros móviles, los cuales ya colapsan de tanto mensaje, de tanto vídeo, audio, sticker,  besitos, aplausos y pulgares arriba de recibidos.
Organizarnos no solo requiere de voluntad , requiere de cooperación. Trabajar colaborativamente, no es 24 horas al día, es también respeto por los tiempos propios y ajenos. Si yo necesito parar también el otro. Si yo sólo soy para el trabajo, debo pensar que el otro tiene una vida que se compone por mucho más que las horas en línea o en el trabajo. 
La gente que hace rato vive una vida online 24 horas, es decir ya vivía una realidad virtual no sufrirá demaciado, pero los que no estaban acostumbrados, los que tienen familia y además de lidiar con todas las nuevas cargas, más sus obligaciones deben estar para sus seres queridos y acompañar este período de aislamiento e incertidumbre, juegan otra suerte.
Me encanta ver cómo sugieren Miles de actividades para hacer con los chicos, divertir todo el tiempo, llenar el vacío, no dar lugar al aburrimiento, y me digo, ¿Soy la única que no llega y además lo concidera innecesario? 
Los niños son un tema similar, se los cargo de actividades, están horas tapados de papeles y conectados (no la hora que muchos deberían estar) las pantallas los corren con actividades con "alegría y euforia desbordante" colores y gritos, saltos y ruidos. Ayer en mi casa los chicos apagaron todo y se sentaron a leer, a leerse entre ellos cuentos y mitos... Los chicos saben, ellos entienden la necesidad de parar, pero nosotros podremos salir de las redes que nos atraparon o moriremos en ese sistema que prometia solucionarnos la vida???
En un webinar sobre el manejo de las emociones en trabajo remoto en tiempo de crisis decían organizar los tiempos, dar prioridades, calendarizar y ponernos recreos. 
Muchos de los que dirigen, el trabajo que sea, suelen creer que para lo único que uno está es para ellos y que sus tiempos son los mismos para todos, de ahí el refrán para el león todos son de su condición, y uno es quien debe ponerse como primer prioridad y saber cuándo parar y cuando conectarse. Está pandemia pasará pero las horas no regresarán, tus días dedicados a cumplir por internet no los vas a volver a tener.
Apagen unas horas el wifi.